I
En
mí se pudre lo bello, se anda
matando
como aquellos
ojos
que auscultaran mi cuerpo, que
me
amaran y yo
esculpiera
también contra la noche y la luna.
En
mí los culmino aun amándolos, los
febrilmente
ardo, los
digiero
en sobremesa para tener otra vez hambre.
II
En
mí el sagrado sabor de animalarme,
de
remediar lo cotidiano, de arrostrarme
al
vuelo germinal del pájaro, al
acoplamiento
maquinal de mi organismo.
Y
todo fuera por despojo
de
mí, por
remorir
re-
/surgir
y hacerme
fuerte,
parte del mundo que veo, que
fluye
evidente en la irrisión de la calle, en
el
vino franco en la esquina de siempre.
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