sábado, 28 de julio de 2012

FENIX



I
                                                          
En mí se pudre lo bello, se anda
matando como aquellos
ojos que auscultaran mi cuerpo, que
me amaran y yo
esculpiera también contra la noche y la luna.

En mí los culmino aun amándolos, los
febrilmente ardo, los
digiero en sobremesa para  tener otra vez hambre.


II

En mí el sagrado sabor de animalarme,
de remediar lo cotidiano, de arrostrarme
al vuelo germinal del pájaro, al
acoplamiento maquinal de mi organismo.

Y todo fuera por despojo
de mí, por
remorir re-
/surgir y hacerme
fuerte, parte del mundo que veo, que
fluye evidente en la irrisión de la calle, en
el vino franco en la esquina de siempre.

EL FUEGO


           No es capricho, padezco el fuego, el 
pulso atormentado, frenético que antes, no
            tanto antes iba bien para las Cortes, iba
bien y ahora, por libertad quizá, o por
parto de conciencia, de cogito, de
laisser faire laisser
passer o por
derecho universal del hombre del
ciudadano va
bien para atinarse uno, para juzgarse
algo más en el grasiento, gregario
marasmo del pan mal impartido, del
púlpito de las promesas, del
pálpito de irnos sin piedad al caño y solos,
solos como nacimos.

Ahora vendrá la noche y vendrá
como plétora de musas de la Pieria, o del
seno sangrante de la tierra, o de 
esta curvatura de alcohol de la copa, 
el sacrificio del poema, el despojo
de mí, que no es gracia, ni desgracia, ni
se nace, sino dolor lucubrante, locura,  sino
mi falange de amor contra la muerte.

No es capricho, son mariposas, son
diatribas que hay que excretar para que nazca
el mundo y desaparezca,
que de quedarse ellas muere uno, muere
                        de estruendo de misterio   
            un Jueves de Lluvia
o un Viernes de Santos como Vallejo.

TIERRA, DI.


Di, tierra remota, revela
el nombre arcano, arcaico y di
en la constelación abierta
de la sangre insepulta
el barro que mis manos enmascaran.

Porque siempre pre- (/vimos /sentimos)
algún otro universo en el grito de Mayo,
no tan propiamente, quizá un océano
de incierto y libre oleaje, o la ablación que
in- (/nombrable / narrable/ memorial)
desgarra y derrama nuestro destino.

Di, entonces, recuerda
recrea para con- (/solarnos
fluirnos /donarnos) un
porvenir por llegar
menos solos tierra,
mi tierra,  
que ya a poco avistamos el abismo.

SOBREMESA


           Y bajáramos, cada día ¿no?, del barco
del tedio gregario del tráfago a la cena
y  trasns – (/bordáramos
            /formáramos)
corazonadas en furtivos, quizá feraces
sorbos de acerbo vino alcoholado  
                        y viendo llover.

De la premura a la cena, bajáramos
prontos a abolir la dialéctica, que no
me sepas escuchar. Pienso: debo
            hacerme la idea, no
entristecer si yo,
yo era, yo tarde tal vez, palabras y ahora
soy lo aprendido, lo olvidado lo vivido y
quizá más allá, la trémula imagen, la
translúcida transida
            imagen siempre posible
de una reniñez ¿no?, o de una muerte y no
este agujero, oscuro de tiempo, colmado
de áncoras, de ti y de mí, saciado
de madre volviendo
silbando trayendo ¿no?
su guapa fuente de vianda humeante.

Disfrutemos pues, plácidos, la última
copa de vino, la
última y mirémonos
noctámbulos
nictálopes
largamente los ojos, como hombres ¿no?
y comprendamos…