sábado, 28 de julio de 2012

EL FUEGO


           No es capricho, padezco el fuego, el 
pulso atormentado, frenético que antes, no
            tanto antes iba bien para las Cortes, iba
bien y ahora, por libertad quizá, o por
parto de conciencia, de cogito, de
laisser faire laisser
passer o por
derecho universal del hombre del
ciudadano va
bien para atinarse uno, para juzgarse
algo más en el grasiento, gregario
marasmo del pan mal impartido, del
púlpito de las promesas, del
pálpito de irnos sin piedad al caño y solos,
solos como nacimos.

Ahora vendrá la noche y vendrá
como plétora de musas de la Pieria, o del
seno sangrante de la tierra, o de 
esta curvatura de alcohol de la copa, 
el sacrificio del poema, el despojo
de mí, que no es gracia, ni desgracia, ni
se nace, sino dolor lucubrante, locura,  sino
mi falange de amor contra la muerte.

No es capricho, son mariposas, son
diatribas que hay que excretar para que nazca
el mundo y desaparezca,
que de quedarse ellas muere uno, muere
                        de estruendo de misterio   
            un Jueves de Lluvia
o un Viernes de Santos como Vallejo.

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